Quiero un cielo de un color entre azul y celeste que no tenga nombre.
Y también muchas nubes que no se parezcan a nada.
Y un viento caprichoso que cambie de sentido.
Y la arena en el aire, y el silencio y el frío.
La rara presencia de algún pescador con un balde vacío
y la playa desierta de sombrillas.
El mar a pocos pasos de los médanos
y la calle vacía de autos y de ruidos.
Quiero un mundo sin metáforas y sin artificios
donde pueda ver la belleza sin patrones ni formas.
Que el pasto sea hierba y no una verde alfombra.
Que el sol sea una estrella y no sólo una lámpara.
Sentir el gusto a sal con los pies en el agua
y golpear con las manos abiertas la espuma de las olas
sin medir su blancura.
Probar la realidad y encontrarle sentido
aunque no se parezca a lo que hay en los libros.
Y vivir sin manuales en un mundo sin símbolos,
olvidando protocolos y estéticas absurdas.
Quiero hoy.
Quiero ahora.
la verdad que es presente y experiencia directa
de un mundo sin metáforas y sin artificios.
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