miércoles, 23 de julio de 2014

I

Que no canten los gallos a mitad de la tarde.
Que no mientan las nubes si es que anuncian tormenta.
Que no pase por recto el ladrón o el corrupto.
Que no ladren los gatos ni maúlle mi perro.

Recobremos el arte de decir la verdad.
Despreciemos lo falso, lo confuso, lo incierto.
Destrocemos las máscaras que hemos creado,
comencemos de nuevo a ser primitivos.

Digamos que sí cuando sea preciso
pero nunca temamos un no verdadero.
Expresemos las dudas que sean sinceras
y seamos los mismos por dentro y por fuera.

¿Por qué dar a entender lo que puede decirse?
¿por qué hablar con palabras cargadas de engaño?
Descubramos el don de poder expresarnos.
Valoremos lo cierto mucho más que lo útil.

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