miércoles, 23 de julio de 2014

XXXI

Si existe el tiempo, debe ser una sombra.

Un espacio manchado de gris que repta por el suelo mientras nadie lo nota.
Una hoja amarilla que planea saltar al vacío.

El aire que se toma entre una frase y otra,
el compás impreciso que hay al parpadear,
el fluir de la sangre,
lo que dura la risa.

Debe ser el viento (ese viento que sólo murmura),
o la escarcha que apenas decolora el verde,
una franja de espuma en la arena,
unos granos que brotan en mitad de la tierra.

Si existe, no debe ser el oro.
Ni el tic-tac de un reloj,
ni un número cualquiera que puede convertirse en dinero.
No debe ser la espera de quien finge escuchar aguardando tomar la palabra,
ni tampoco la impaciencia de que llegue el momento de dejar una máscara.

Debe ser como un juego... como un juego de chicos,
con reglas inventadas por sus participantes,
y rodillas manchadas de tierra y de sangre.

Debe ser una broma que no tiene sentido,
pero que permite reírse sin motivo,
o una melodía que se puede frasear sin ajustarse al ritmo.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario