Llegó a la puerta del consultorio pero se detuvo allí sin golpear. Sus
manos adoloridas de tanto haber golpeado a su vecino la noche anterior
se negaban a realizar un solo golpe más, aunque fuera a la puerta del
doctor que podría curarlas.
Dio media vuelta y decidió acudir a
las autoridades. Después de todo, su orgullo estaba más herido que su
cuerpo y estaba seguro de que lo mejor era hacer la denuncia. Caminó las
tres cuadras que lo separaban de la plaza principal, atravesó el césped
ignorando involuntariamente el cartel que prohibía pisarlo, y se sentó a
pensar en el banco despintado que estaba en la puerta de la comisaría.
Parecía
sencillo. La denuncia era fácil de demostrar y así se libraría de su
molesto agresor y aclararía haber actuado en legítima defensa,
evitándose futuras complicaciones. Se miró las manos que casi sentía que
se esforzaban en impedirle olvidar, debido al dolor constante, y volvió
a analizar la situación. Sin duda haría la denuncia. No sería difícil
demostrar que había sido él quién había escrito, con sus asquerosos
dedos, ese inmerecido insulto en el parabrisas de su auto. Esas dos
palabras que lo agraviaban de una forma tan horrible como inmerecida.
Sobre
todo le molestaba la segunda: "sucio". Si algo no era él era sucio. El
frente de su casa tenía poco tiempo para arreglarlo, pero más que
algunas telarañas, nidos de pájaros y restos de comida no había. Y el
auto, bueno. Sólo un poco de polvo en los vidrios, claro. Barro en las
cubiertas, pero eso era inevitable. La mancha de sangre nunca supo cómo
llegó allí, así que no iba a limpiarla.
Reflexionó un momento y
pensó que sí, tal vez era algo sucio. Podía reconocer eso y darle la
razón a su vecino en ese aspecto, pero aún no se arrepentía de haberlo
golpeado. Era la primera palabra escrita en el parabrisas la que más lo
injuriaba. La que hería su honor, la que lo calumniaba de una manera tan
humillante como nunca lo habían hecho y que, se dijo a sí mismo, de
ninguna manera merecía.
Enérgicamente se levantó del banco e
ingresó a la comisaría a hacer la denuncia. Nunca, por ninguna razón,
nadie más volvería a llamarlo de esa forma.
-Vengo a denunciar que escribieron la palabra buchón en el vidrio de mi auto.
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