miércoles, 23 de julio de 2014

XXV

No necesito metáforas.

Una calle cualquiera en cualquier momento del día.
El color gris del asfalto y del cielo.
La certeza de que me estás mirando de la misma manera en que yo te miro y de que soy el responsable del color rosado en tus mejillas.

Tus pasos y los míos esquivando las baldosas flojas que cubren los restos de la lluvia que acaba de terminar y que aún está presente en el olor del aire y en la humedad de tu pelo.
Las flores entre azul y violeta de los árboles de jacarandá esparcidas por la vereda de una manera tan hermosa como irregular mientras caminamos casi en silencio.

Y ese extraño deja vu...
Inexplicable como toda belleza, haciéndonos sentir parte de un sueño o de algo que simplemente debía suceder.
La conciencia absoluta de que está todo dicho pero que nos gusta decirlo de nuevo y esa alegría natural e infantil de estar viviendo en este preciso momento.

No quiero metáforas, ni razones, ni explicaciones de causa y efecto.
Quiero que compartamos ese todo tan eterno como indefinido que es el presente y saber que estás de la misma manera incuestionable que el aire que llena nuestros pulmones con cada respiración que damos.
Y entrelazar tu voz con la mía mientras notamos que nuestras manos hicieron lo mismo sin pedirnos permiso. Decirte sin evasivas lo que soy tan evidente en demostrar mientras tu sonrisa me confirma que ya lo sabías desde el primer momento.

Sin metáforas, sin palabras de más, sin adornos.

Sólo vos y yo... en una calle cualquiera en cualquier momento del día.

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