miércoles, 23 de julio de 2014

XLIV

Noctámbulas gotas de lluvia juegan en la calle.
Pasaron la tarde durmiendo, esperando, guardando energías.
Al caer la noche (si es cierto que cae) bajaron con ella de un salto mortal.
Golpearon sus cuerpos diminutos y blandos. Chocaron con ritmo siempre irregular.

Vinieron de a cientas, de a miles, millones. Un número tan impreciso como real.
Golpearon las ramas, los techos, los autos, el asfalto, las cabezas, los paraguas.
Se escondieron entre las baldosas y se metieron dentro de algunos zapatos y zapatillas.

Algunas se quedaron aferradas a las hojas de los árboles.
Otras buscaron filtrarse por las venas de la ciudad, buscando llegar al río o, con algo de suerte, al mar.
Muchas ya duermen amontonadas, abrazadas como si tuvieran frío.

Están las que todavía juegan, saltando, chapoteando sobre sí mismas. Se cansaron de ser símbolo, metáfora. De ser siempre medio y nunca ser fin.De ser nombradas en canciones que no les pagan regalías que tampoco quieren ni necesitan.Y siguen bajando. Invadiendo jardines, casas, garages. Cancelando planes, doblegando espíritus. Haciendo y deshaciendo a su antojo. Desoyendo normas, pronósticos, leyes y estatutos. Cayendo. Bajando. Miles de millones. Millones. Mil. Una. Una. Una.

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