Luces de colores ficticios y abstractos:
semillas sembradas por hábiles manos
ofreciendo frutos que no crecerán,
subastando envases vacíos.
Fábrica perversa de insatisfacción,
triste maquinaria que sigue girando
en medio de nada y sin objetivos,
alcohólica voz que habla sin sentido.
Miles de personas escuchando mudas
a extraños profetas que hablan a los gritos
vendiendo el consumo como un paraíso.
Carteles pegados en cada esquina
ofreciendo grotescas caricaturas
de felicidad.
Cartón pintado.
Nada más.
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