miércoles, 23 de julio de 2014

XIV

La primera gota de lluvia en una tormenta de verano.
El primer esbozo de sonido en el instante inmediatamente posterior a romperse un cristal.
El momento impreciso de quedarse dormido.
¿quién podrá señalarlos?

El matiz que distingue una voz de las otras y la hace inconfundible,
las vetas caprichosas en un corte de madera,
la magia que distingue el arte de la técnica,
la forma subjetiva de apreciar los sabores.

¿Para qué definir lo que existe en sí mismo?
¿por qué buscar patrones que deformen las cosas, limitándolas para darles una apariencia comprensible?

Caminemos por calles sin nombre sin sentirnos perdidos.
Cantemos melodías que no fueron escritas, mezclemos ingredientes sin buscarnos recetas.
Descubramos con ojos abiertos. Escuchemos.
Tal vez podamos apreciar mejor el silencio si dejamos de hablar sobre él.

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